LA INTELIGENCIA COLECTIVA, INFLUENCER DEL CAMBIO

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PILAR ROCH

Coincido con Valeria Domínguez, CEO de este Digital Influencer, cuando afirma que “los nuevos líderes de opinión son las personas”. Ambas somos además apasionadas de la potencia que ofrece la digitalización, desde nuestra posición en proyectos que nos permiten ver y experimentar cada día con las oportunidades que ofrece el mundo digital.

El 7 de marzo celebré mi segundo aniversario de mi llegada a ideas4all Innovation, donde hacemos posible a través de la tecnología, y más concretamente de un software, que empresas e instituciones soliciten ideas a grandes grupos de personas; a sus diversos stakeholders, como pueden ser sus empleados, clientes, proveedores, inversores, accionistas o incluso ciudadanos.

Este proceso es posible gracias a la metodología del crowdsourcing, que se basa en aportaciones múltiples de actores y en principios de inteligencia colectiva que tienen relación con la innovación abierta. El crowdsourcing busca ayudar a las compañías de hoy a transformarse innovando por medio de un cerebro colectivo, con las ideas que surgen de este gran grupo de personas. Ello pone de relieve cómo la tecnología facilita hoy que cada individuo pueda albergar un influencer dentro de sí, en su esfera personal y profesional, y movido por la fuerza de sus pasiones, que son las que a fin de cuentas están detrás de la transformación del mundo.

Es indudable que la tecnología hoy tiene la capacidad de conectar personas y mundos. Lo vemos en nuestro día a día, en cómo nos relacionamos, consumimos productos y servicios o en la manera en la que trabajamos. Lo comprobamos, en cambios que se construyen a partir de lo colectivo, bajo el hecho de compartir: lo ilustran fenómenos como la economía de la no propiedad, con coches y apartamentos cuyo usufructo cambia continuamente de manos; la tendencia a tejer relaciones sociales en redes digitales que interconectan perfiles o en el trabajo en entornos colaborativos, entre tantos otros ejemplos.

La generación de ideas que cambian el mundo no es ajena a esta tendencia, de hecho nunca lo ha sido. Las ideas, aunque puedan surgir a título individual, son realmente valiosas y transformadoras si al aplicarse tienen efecto sobre lo colectivo. Asimismo, rara vez carecen de influencia o inspiración de su entorno. Para tener buenas ideas hace falta interacción, debate e incluso confrontación entre distintos seres humanos. La inteligencia colectiva nace de ese esfuerzo intelectual, de construir y sumar a partir de la diversidad, y es hoy, como lo es la tecnología, una fuerza exponencial transformadora que imprime velocidad a los cambios y propicia la innovación.

Recientemente, McKinsey ha hablado de las cinco claves que definen a aquellas compañías más ágiles e innovadoras, concluyendo que son aquellas que están cambiando su forma de actuar de un modelo propio “de una máquina”, con una estructura única llena de engranajes, a otro compuesto por diversos “organismos vivos” e independientes en continua interacción. Se refiere a aquellas organizaciones que derriban muros y abren fronteras a la relación con sus distintos stakeholders, construyendo una forma de innovar donde se colabora, hay crowdsourcing e inteligencia colectiva.

Hablamos de ecosistemas de innovación de “organismos vivos” donde la voluntad de apertura lleva a las empresas a un cambio de mentalidad y a buscar y beber del talento de todos aquellos pozos donde éste se encuentre, dentro o fuera de ellas. En este proceso cobran importancia conceptos como la transparencia y la confianza, para ser ágil y eficaz en la coordinación y comunicación con muchos actores de diversa naturaleza.

En lo empresarial, McKinsey llama a un cambio “de personas dirigidas para evitar el caos” y estrechamente controladas por sus superiores, a otras a las que se cede autonomía, responsabilidades y capacidad emprendedora para desarrollar su creatividad e ideas. Esta confianza nace del liderazgo responsable, ese que hace equilibrios entre la libertad y la organización y estrategia; y de aquellos líderes que motivan, transmiten visión y fomentan la autonomía personal y profesional de sus equipos.

Creo que podemos estar asistiendo a un nuevo ejercicio para probar o matizar  la llamada “mano invisible de Adam Smith”, algo comentaremos en otro artículo. Hoy nos quedamos con el crowdsourcing de ideas como algo de lo que vamos a oír hablar más por su imparable adopción como forma de preguntar de manera continuada, transparente y democráticas a nuestros empleados, clientes y demás grupos de interés para una organización o institución.


 

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Valeria Dominguez